Hablad a la peña…. Y ella dará su agua.
Números 20:8
El Espíritu santo es muy sensible, como el amor siempre lo es. Podemos dominar un feroz animal a golpes y cadenas, pero no se conquista el corazón de una mujer de esa manera o no se gana el amor del que posee una naturaleza sensible. Tenemos que persuadir con delicados toques de confianza y afecto.
El Espíritu Santo es igual y hay que tomarlo con una delicada y sensible fe tan gentil como el corazón con quien hemos de encontrarnos. Un pensamiento de incredulidad, una expresión de impaciente desconfianza o temor puede ser de inmediato dar corte a la perfecta libertad de sus operaciones al igual que un soplo glacial marchitaría los pétalos de la más sensible rosa o lirio.
Hablémosle a la roca, no la golpeemos. Creamos al Espíritu Santo y tratémosle con la más tierna confianza e inmutable expectación, y él se nos manifestará con una respuesta definitiva y confiada.
¿Han llegado a la roca en Cades? (Números 20: 1-8) ¿Hemos cedido todo nuestro ser a la llenura del Espíritu? Y al igual que la confianza de un bebé con su madre, la novia con su esposo, la flor con el sol, hemos recibido por fe y bebido de su bendita vida.
MEDITEMOS Y OREMOS
