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Meditación: 6 de Septiembre

“Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor”
Filipenses 3.1

Estar deprimido no tiene ningún valor espiritual. Una gloriosa y agradecida mirada a la cruz vale más que mil reflexiones morbosas y auto-condenatorias. Mientras más miremos lo profano o malvado más nos cautiva y mancha, tornándonos a su propia imagen. Dejémoslo a los pies de la cruz, aceptemos su sangre que nos limpia por completo, considerémonos muertos a lo profano y malvado, y levantémonos considerándonos un nuevo hombre o mujer.

 Al identificarnos con el Señor Jesús, podemos aceptar nuestro lugar en él; y, sin mancha, como Jesús, podemos mirar a nuestro Padre. Allí veremos como de cada una de nuestras faltas aprenderemos una lección para velar atentamente, o sabremos de una victoria secreta que nos ayudará a alegrarnos en él, aun en nuestras más dolorosas tribulaciones.

 La alabanza, el ser agradecidos, es un sacrificio agradable a Dios. Asciende al cielo más dulcemente que un himno de los Ángeles: Es ofrenda y sacrificio fragante (Efesios 5.2) a nuestro Señor. Debería ser un continuo sacrificio de alabanza (Hebreos 13.15). Una gota de veneno hace de una taza, una taza de muerte, y un momento de abatimiento o melancolía puede nublar todo nuestro día despejado.

Estemos siempre alegres (1 Tesalonicenses 5.16).

MEDITEMOS Y OREMOS

Días del Cielo sobre la Tierra
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