“La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios pues no se somete a la ley de Dios ni es capaz de hacerlo”
Romano 8:7
La carne o la mentalidad pecaminosa es incurablemente mala, no se somete a la ley de Dios ni es capaz de hacerlo. No vale la pena tratar de mejorarla, nunca puede ser mejor.
Podemos educarla todo lo que queramos, podemos entrenarla con los mejores supervisores, mostrarle los mejores ejemplos, lamentarnos frente a ella, alentarla o tratarla severamente; pero su naturaleza es igual de incorregible.
El niño que atrape un halcón y trate de entrenarlo en los hábitos de una paloma, igual le dañará con su pico demostrando así respeto por un feroz y miedoso espíritu del AVE.
Así también como un halcón, es la carne o la mentalidad pecaminosa: nunca puede ser una paloma, pues no se somete a la ley de Dios ni es capaz de hacerlo.
El único remedio para la naturaleza humana es destruirla y recibir a su vez la naturaleza divina. Dios no mejora al hombre. Él crucifica la naturaleza humana con la vida de Cristo y crea un nuevo hombre en Cristo Jesús
MEDITEMOS Y OREMOS
