“Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús,
el mismo que en la cena se había recostado al lado de él.”
Juan 21:20ª
Una visita de Norteamérica llegó a ver al doctor Albert Bengel; quería conocerlo y estar en oración con él. Una noche, cerca de su alcoba, se quedó escuchando al Dr. Bengel mientras él terminaba sus devocionales. El buen hombre terminó sus estudios, cerró sus libros, se arrodilló por un momento y dijo: “Señor Jesús, las cosas están como siempre entre los dos” y entonces se durmió-
Tan cercana era la comunión con su Señor que su trabajo nunca los interrumpió y la oración no era siquiera algo necesario para reanudarla. Era permanente, como una presencia inalterable, como una fragancia del jardín veraniego o la compañía de una persona tan especial que siempre está cerca aunque las horas pasan y no se cruzan siquiera una palabra.
“Bendita comunión divina, gozo supremamente dulce; comunión con Jesús aquí, que llena la vida de gozo. Tremenda gracia, Oh sublime gozo; tengo a Jesús conmigo todo el tiempo.”
MEDITEMOS Y OREMOS
