»Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan,
les será concedida por mi Padre que está en el cielo.
Mateo 18:19
¡Dejanos orar! ¡Oremos juntos! Cuando el cuerpo de Cristo, la Iglesia, se reúne y ora juntos en unidad, hay un gran poder. Las cosas cambian, las cadenas se rompen, suceden milagros. E incluso, si solo hay dos que representan el cuerpo de Cristo, todavía hay un gran poder.
Necesitamos orar juntos. No solo físicamente juntos, sino espiritualmente juntos. De una sola mente y según la voluntad de Dios. Mientras estamos juntos, Cristo nos revela su mente para que podamos orar con poder y de acuerdo con su voluntad. Charles Spurgeon dijo: “La oración es el nervio delgado que mueve el músculo de la omnipotencia”.
Este versículo viene justo después de las instrucciones sobre cómo resolver problemas entre hermanos. Necesitamos resolver rápidamente los problemas para que podamos estar unidos y tener poder en la oración, especialmente la oración por la Iglesia y por el avance del Reino de Dios. ¡Por supuesto que este versículo no significa que podamos acudir a Dios con peticiones egoístas e incorrectas y Él responderá! Sabemos que Dios escucha y responde las solicitudes que están de acuerdo con Su voluntad. De ahí la importancia de reunirnos para que juntos podamos ayudarnos a escuchar a Dios y conocer su voluntad. Luego, al orar en unidad, vemos el poder de las tinieblas quebrantado, la salvación para aquellos por quienes oramos y el Reino de Dios avanzando aquí en la tierra. Oh, ¡Oremos! ¡Oremos juntos!