.. el poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
Deuteronomio 8: 17-18
Cuando le atribuimos el éxito a nuestras habilidades y esfuerzos, nos olvidamos que esas habilidades y la vida misma provienen de Dios. No somos nuestros propios creadores. El sentimiento de la autosuficiencia hace que nuestro corazón se endurezca. Como siempre, el antídoto se encuentra en la adoración correcta y en ser conscientes de depender de Dios para todo.
“El orgullo es el mayor peligro en la vida cristiana. Es el más satánico de los pecados porque fue por orgullo que el mismo Satanás cayó. Satanás premia a un creyente orgulloso sobre el pecador más notorio, porque mira al creyente orgulloso y dice: “¡Miren, aquí hay un hombre como yo!”. (David Guzik)
Siendo orgullosos pretendemos quitarle la gloria a Dios y tomarla nosotros. Debemos estar pendientes de esto siempre. Fuimos creados para alabanza de la gloria de Su gracia (Efesios 1:6). Siendo orgullosos estamos obrando totalmente contrario a nuestro propósito dado por Dios. Ese debe ser nuestro fin, dar gloria a Dios en todo y por siempre.
Recordemos que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Humillémonos delante de Dios, traigamos ante Él este pecado, Él nos restaurará y nos exaltará, pero no para nuestra gloria, sino para Su gloria (Santiago 4:6 y 10)
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado